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For Immediate Release:
June 4, 2024
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Contact: Liam Crisan | Program Assistant, lcrisan@lawg.org
June 4, 2024. As Colombia’s 2016 peace agreement reaches the half-way point of its 15-year timetable, the Latin America Working Group Education Fund (LAWGEF) and the Institute for Policy Studies (IPS) release Advancing from Partial Peace, a report on the status of the accords’ implementation and on “total peace” — Colombia’s efforts to forge peace with other illegal armed groups. The report urges the U.S. Congress and State Department to 1) increase diplomatic and financial support for peace accord implementation, including for the unprecedented Ethnic Chapter; 2) support negotiations with the ELN, the largest remaining guerrilla group; and 3) be open to supporting negotiations with additional groups if they mature sufficiently.
Most peace accords fail within five years of signing; Colombia’s has long passed that mark. In what the head of the UN Verification Mission in Colombia, Carlos Ruiz Massieu, calls a “global success story,” the vast majority of the FARC’s 13,000 members have laid down arms and permanently returned to civilian life — marking the end of the Western Hemisphere’s longest armed conflict. “The 2016 accords are not just an agreement resolving a conflict with one armed group” reflects Lisa Haugaard, “but a roadmap for Colombia to build a more sustainable, less deeply unequal society, based on the rule of law.” This roadmap leads Colombia away from the conditions that could drive future conflict.
Now, despite mounting obstacles, the Petro administration has advanced negotiations with the ELN further than any previous administration.
At the same time, many Colombians in areas affected by conflict remain at the mercy of armed groups. They have yet to see the realization of the ambitious promises of either the 2016 accords or “total peace.” Attempts to negotiate with illegal armed groups besides the ELN have been more tentative and controversial. Key provisions of the 2016 accords remain unfulfilled. Despite the U.S. government’s pledge to “accompany” the accords’ Ethnic Chapter, only 13 percent of its stipulations have been completed (as measured by the Kroc Institute for International Peace Studies). The UN has verified the killings of hundreds of ex-combatants and Colombia remains one of the most dangerous countries for human rights defenders.
Simply put: While peace has advanced, it is fragile, and needs unceasing international support.
“At a moment when global conflict is rising,” Haugaard writes, “the United States would be well advised to support the few bright spots, such as Colombia, where peace is advancing.”
Para publicación inmediata:
4 de junio de 2024
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Contacto: Liam Crisan | Asistente de programas, lcrisan@lawg.org
4 de junio de 2024. A medida que el acuerdo de paz de Colombia de 2016 alcanza el punto medio de su agenda de 15 años, el Fondo de educación del grupo de trabajo para asuntos latinoamericanos (LAWGEF) y el Instituto de estudios de política (IPS) publican Avanzando desde la paz parcial, un informe sobre el estado de la implementación de los acuerdos y la “paz total” — los esfuerzos de Colombia para forjar la paz con otros grupos armados ilegales. El informe insta al Congreso y Departamento del Estado de los EE.UU a 1) aumentar el apoyo diplomático y financiero para la implementación del acuerdo de paz, incluyendo el Capítulo Étnico sin precedentes; 2) apoyar las negociaciones con el ELN, el grupo guerrillero más grande restante; y 3) estar abiertos a apoyar las negociaciones con otros grupos si maduran lo suficiente.
La mayoría de los acuerdos de paz fracasan dentro de cinco años después de la firma; el de Colombia ya superó esa marca. En lo que el jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, Carlos Ruiz Massieu, llamó “una historia de éxito global,” la inmensa mayoría de los 13.000 miembros de la FARC han depuesto las armas y regresado permanentemente a la vida civil — lo que marca el final del conflicto armado más largo del hemisferio occidental. “Los acuerdos de 2016 no son solo un acuerdo para resolver un conflicto con un grupo armado”, reflexiona Lisa Haugaard, “sino una hoja de ruta para que Colombia construya una sociedad más sostenible, menos desigual y basada en el estado de derecho”. Esta hoja de ruta aleja a Colombia de las condiciones que podrían impulsar futuros conflictos.
Ahora, a pesar de los crecientes obstáculos, el gobierno de Petro ha avanzado más que cualquier administración anterior en las negociaciones con el ELN.
Al mismo tiempo, muchos colombianos y colombianas en zonas afectadas por el conflicto permanecen a merced de los grupos armados. Todavía no han visto la realización de las ambiciosas promesas de los acuerdos de 2016 o de la “paz total”. Los intentos de negociar con grupos armados ilegales además del ELN han sido más inciertos y controvertidos. Las disposiciones clave de los acuerdos de 2016 siguen sin cumplirse. A pesar de la promesa del gobierno de Estados Unidos de “acompañar” al Capítulo Étnico de los acuerdos, solo el 13 por ciento de sus estipulaciones se han completado (según el Instituto Kroc de estudios internacionales de paz). La ONU ha verificado el asesinato de cientos de excombatientes y Colombia sigue siendo uno de los países más peligrosos para los defensores de los derechos humanos.
En pocas palabras: Si bien la paz ha avanzado, es frágil y necesita un apoyo internacional incesante.
“En un momento en que el conflicto global está aumentando”, escribe Haugaard, “los Estados Unidos haría bien en apoyar los pocos puntos brillantes, como Colombia, donde la paz está avanzando”.
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