Kevin Stansbury, CEO del Lincoln Community Hospital de Hugo, un pueblo de 800 habitantes en Colorado, se enfrenta a un clásico dilema: podría aumentar los ingresos de su hospital rural ofreciendo prótesis de cadera y operaciones de hombro, pero el centro de salud, con 64 años de antigüedad, necesita más dinero para poder ampliar su quirófano y realizar esas intervenciones.
“Tengo un cirujano dispuesto a hacerlo; pero mis instalaciones no son lo bastante grandes”, dijo Stansbury. “Y en mi hospital no puedo hacer servicios urgentes como obstetricia porque mi instalación no cumple con el código”.
Además de asegurar ingresos adicionales para el hospital, una ampliación de este tipo podría evitar que los habitantes de la zona tengan que conducir 100 millas hasta Denver para someterse a operaciones ortopédicas o dar a luz.
Los hospitales rurales a lo largo del país se enfrentan a un dilema similar.
El aumento de los costos, en medio de reducciones de los pagos de las aseguradoras, dificulta que los pequeños hospitales obtengan financiación para grandes renovaciones. Además, la elevada inflación y el aumento de las tasas de interés, como consecuencia de la pandemia, complica la obtención de préstamos u otros tipos de financiación para modernizar las instalaciones y adaptarlas a los estándares de la atención médica en constante cambio.
“La mayoría trabajamos con márgenes muy bajos, si es que tenemos alguno”, afirmó Stansbury. “Así que nos cuesta encontrar el dinero”.
El envejecimiento de las infraestructuras hospitalarias, sobre todo en las zonas rurales, es un problema que va en aumento. Los datos sobre la edad de los hospitales son difíciles de conseguir, porque se amplían, modernizan y remodelan diferentes partes de sus instalaciones a lo largo del tiempo.
Un análisis de 2017 de la American Society for Health Care Engineering, que forma parte de la American Hospital Association, descubrió que la edad media de los hospitales en Estados Unidos aumentó de 8,6 años en 1994 a 11,5 años en 2015. Ese número probablemente ha crecido, según conocedores de la industria, ya que muchos hospitales retrasaron los proyectos de mejora, particularmente durante la pandemia.
Una investigación publicada en 2021 por la empresa de planificación de capital Facility Health Inc, ahora llamada Brightly, reportó que los centros de salud estadounidenses habían aplazado un 41% de su mantenimiento y necesitarían $243,000 millones para ponerse al día.
Los hospitales rurales no disponen de los recursos de los grandes hospitales, sobre todo los que forman parte de cadenas hospitalarias, para financiar ampliaciones multimillonarias.
La mayoría de los hospitales rurales en funciones hoy se abrieron con fondos del Hill-Burton Act, una ley aprobada por el Congreso en 1946. Este programa se integró en la Ley de Servicios de Salud Pública en la década de 1970 y, en 1997, había financiado la construcción de casi 7,000 hospitales y clínicas. Ahora, muchos de esos edificios, sobre todo los rurales, necesitan mejoras urgentes.
Stansbury, que también preside el consejo de administración de la Colorado Hospital Association, señaló que al menos media docena de hospitales rurales del estado necesitan importantes inversiones de capital.
Harold Miller, presidente y CEO del Center for Healthcare Quality and Payment Reform, un think tank de Pittsburgh, afirmó que el principal problema de los pequeños hospitales rurales es que los seguros privados ya no cubren el costo total de la asistencia. Según Miller, Medicare Advantage, un programa por el que Medicare paga a planes privados para dar cobertura a personas mayores y discapacitadas, es uno de los principales responsables del problema.
“Básicamente, apartan a los pacientes de lo que puede ser el mejor pagador que tiene un pequeño hospital, y se los llevan a un plan privado, que no paga de la misma manera que Medicare tradicional y termina utilizando una variedad de técnicas para rechazar los reclamos”, explicó Miller.
Además, los hospitales rurales deben dotar sus servicios de urgencias de médicos las 24 horas del día, pero sólo cobran si hay pacientes.
Mientras tanto, los costos laborales desde el fin de la pandemia han aumentado, y la inflación ha disparado el precio de los suministros. Es probable que estas dificultades financieras obliguen a cerrar más hospitales rurales.
Los cierres de hospitales se redujeron durante la pandemia, de un récord de 18 cierres en 2020 a un total de ocho cierres en 2021 y 2022, según el Centro Cecil G. Sheps para la Investigación de Servicios de Salud de la Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill, porque los fondos de ayuda de emergencia los mantuvieron abiertos. Pero ese soporte vital ha terminado, y al menos nueve más cerraron en 2023. Según Miller, los cierres han vuelto a los niveles anteriores a la pandemia.
Esto hace temer que algunos hospitales inviertan en nuevas instalaciones y acaben cerrando de todos modos. Miller aseguró que sólo una pequeña parte de los hospitales rurales conseguiría una mejora significativa en sus finanzas agregando nuevos servicios.
Legisladores han intentado ayudar. California, por ejemplo, cuenta con programas de préstamos a bajo o ningún interés en los que pueden participar los hospitales rurales, y representantes de los hospitales le han pedido a los legisladores de Colorado que aprueben ayudas similares.
A nivel federal, la legisladora Yadira Caraveo, demócrata de Colorado, ha presentado el proyecto de ley bipartidista Rural Health Care Facilities Revitalization Act, que ayudaría a los hospitales rurales a obtener más fondos a través del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).
El USDA ha sido uno de los mayores financiadores del desarrollo rural a través de los Community Facilities Programs, proporcionando más de $3 mil millones en préstamos al año. En 2019, la mitad de los más de $10 mil millones en préstamos pendientes a través del programa ayudaron a instalaciones de salud.
“De lo contrario, los centros tendrían que recurrir a prestamistas privados”, dijo Carrie Cochran-McClain, directora de la National Rural Health Association.
Los hospitales rurales pueden no resultar muy atractivos para los prestamistas privados debido a sus limitaciones financieras, y por lo tanto tendrían que pagar tasas de interés más altas o cumplir requisitos adicionales para obtener esos préstamos, agregó.
El proyecto de ley de Caraveo también permitiría a los hospitales, que ya tienen préstamos, refinanciarlos a tipos de interés más bajos, y cubriría más categorías de equipos médicos, como los dispositivos y la tecnología utilizados para la telesalud.
“Tenemos que mantener estos centros abiertos, no sólo para urgencias, sino también para dar a luz o para una consulta de cardiología”, explicó Caraveo, que también es pediatra. “No deberías tener que conducir dos o tres horas para tener esos servicios”.
Kristin Juliar, consultora de recursos de capital de la National Organization of State Offices of Rural Health, ha estudiado los retos a los que se enfrentan los hospitales rurales a la hora de pedir dinero prestado y planificar grandes proyectos.
“Intentan hacer esto mientras realizan su trabajo habitual dirigiendo un hospital”, dijo Juliar. “Por ejemplo, muchas veces, cuando surgen oportunidades de financiación, la agenda puede ser demasiado ajustada para que puedan desarrollar un proyecto”.
Parte de la financiación depende de que el hospital consiga fondos de contrapartida, lo que puede resultar difícil en comunidades rurales de bajos recursos. Y la mayoría de los proyectos exigen que los hospitales reúnan fondos de varias fuentes, lo que suma complejidad.
Y como la elaboración de estos proyectos suele llevar mucho tiempo, los CEO o los miembros del consejo de administración de los hospitales rurales a veces dejan el cargo antes de que se finalicen.
“Te pones manos a la obra y luego desaparecen personas clave, y entonces te sientes como si empezaras de nuevo”, explicó Juliar.
El hospital de Hugo abrió sus puertas en 1959, por iniciativa de los soldados que regresaban de la Segunda Guerra Mundial al condado de Lincoln, en las llanuras del este de Colorado. Donaron dinero, materiales, terrenos y mano de obra para construirlo. El hospital ha agregado cuatro clínicas de medicina familiar, un centro de enfermería especializada y un centro de vida asistida fuera de las instalaciones. Y atrae a especialistas de Denver y Colorado Springs.
A Stansbury le gustaría construir un nuevo hospital de aproximadamente el doble de tamaño que el actual, de 45,000 pies cuadrados. Dado que la inflación está bajando y es probable que las tasas de interés bajen este año, Stansbury espera conseguir financiación en 2024 y empezar a construir en 2025.
“El problema es que cada día que me despierto es más caro”, afirmó Stansbury.
Cuando autoridades del hospital se plantearon por primera vez la construcción de un nuevo hospital hace tres años, calcularon que el costo total del proyecto rondaría los $65 millones. Pero la inflación se disparó y ahora han subido las tasas de interés, lo que ha elevado el costo total a $75 millones.
“Si tenemos que esperar un par de años más, puede que nos acerquemos a los $80 millones”, señaló Stansbury. “Pero tenemos que hacerlo. No puedo esperar cinco años y pensar que los costos de construcción van a bajar”.
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